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VALÈNCIA, 23/12/2019 | JOSÉ LUIS GARCÍA NIEVES [Parlamento de José Luis García Nieves en la presentación de «Historias del Levante UD» el 23.12.2019 en el Ateneo Marítim de València]
Hace un año, cuando Felip y yo nos sentamos para decidir si volvíamos a hacer algo en torno a este 110 aniversario, nos enfrentamos a un dilema.
Lo más fácil, y también lo más lógico, era poner en marcha la maquinaria para realizar un quinto volumen, que diera continuidad a la Historia del Llevant. Esta década, sin duda, lo merece. Además, no habría que dejarse las pestañas en la hemeroteca, desempolvando viejos periódicos; ni rastrear hasta los descendientes de sus protagonistas; ni investigar en archivos de Madrid o Barcelona, en busca de testimonios gráficos. No habría drama, ni encierros de futbolistas, ni desahucios, ni peligro de desaparición, ni descensos a Segunda b… Todo sería gloria. Victorias en el Bernabeu, palizas al Barça, derbis a la butxaca, ascensos, una clasificación europea…
El centenario, aquellas velas que soplamos en 2009, disiparon una maldición. Lo bien cierto es que lo logrado cada año en esta última década, los éxitos que hemos normalizado, superan con creces las mayores cotas deportivas vividas entre 1909 y 2009. Y es de una crueldad infinita con el levantinismo que ha mantenido vivo este sentimiento durante cien años.
Lo de 2009 fue una refundación en sentido estricto. La nueva dirección demostró que se podrían conseguir éxitos sin hipotecar el futuro, que por una vez podríamos estar en el tren que lideraría el nuevo fútbol español. El de la televisión, el de equipos pequeños conviviendo con los grandes de siempre, y desplazando a otros históricos que no supieron adaptarse.
Seguro que algún día, quizá en diez o quince años, abordamos ese quinto volumen de la Historia del Llevant; entonaremos la fanfarria y nos desquitaremos escribiendo 500 páginas de felicidad. En este momento, sin embargo, creímos que había otra tarea más necesaria.
El club ha cambiado para siempre. Los años de desastres deportivos, de gestiones ruinosas, desbandadas y amenazas de quiebra dieron paso a una realidad de estabilidad. Un club previsible, que crece, que trata bien a sus socios, que obtiene resultados.
Quizá por eso es más justo que nunca recordar lo que sufrieron, y alguna vez disfrutaron, los miles de levantinos que, sin nada a cambio, se dejaron ahorros y entusiasmos en un club que casi nunca compensó sus desvelos.
Creemos que este libro que hoy presentamos, de apenas 200 páginas, tiene la virtud de condensar en 40 y pico episodios esas décadas de sufrimiento y entrega a cambio de nada de tantas y tantas generaciones de levantinos.
Hicimos un gran esfuerzo hace diez años que tuvo la virtud de rescatar miles de anécdotas, personajes, episodios heroicos. Pero al mismo tiempo, el peso de esas 3.200 páginas enterró muchas de esas historias a las que este libro, mucho más accesible, da la visibilidad que merecen.
El mejor acierto del club en este 110 aniversario ha sido coger una palabra y convertirla en una bandera. La resistencia. Quizá puede sonar un poco frívolo hoy por hoy. Si somos honestos, no hay mucho heroísmo en coger el metro o el coche, circular por la ronda nord, aparcar en un centro comercial, y caminar 50 metros para ver a tu equipo meterle cinco al Barça.
Pero durante décadas el recuerdo del Levante-Barça de 1964 y 1965, el viejo sueño de Primera en Vallejo, fue la única esperanza que animaba a generaciones de levantinos, cada vez más menguadas, a seguir acudiendo a Orriols, entre campos y acequias, a jugar contra el Alzira o el Ceuta.
La resistencia. Los episodios más importantes no son los exitosos, sino los que nos han permitido sobrevivir. Resistieron los levantinos y gimnastiquisitas tras la fusión, en los años 40, cuando vieron claro que aquel invento de la Unión Deportiva había fracasado.
Resistieron a principios de los 50 Antonio Román y sus colaboradores, cuando el club se encontró con el campo cerrado por orden judicial. Y con el equipo en Tercera, hubo que pagar seis millones de pesetas entre todos los socios y el aval de 14 empresarios granotas. En Tercera, repito.
Resistieron los levantinos en los años 70 a multitud de dirigentes que competían en decisiones cada vez más delirantes. Resistieron en los 80 los aficionados, cientos de levantinos que solo podían aferrarse a los goles de Latorre…
Resistió una nueva generación de dirigentes y aficionados a una losa de 90 millones que hacía pensar que el centenario sería un epitafio.
La resistencia, si lo miramos con perspectiva, es el hilo que teje nuestra historia.
Por eso este libro. Los autores queríamos hacerle justicia a nuestros antepasados.
Pero creemos que también puede, que DEBE SER un arma.
Vivimos tiempos nuevos. El levantinismo ha renacido casi desde cero. La media de edad de la grada es sorprendentemente joven. Y entre los menores de edad, los niños son mayoría aplastante.
Estamos creciendo con unos cimientos nuevos. Y la mayoría de la nueva afición del nuevo Levante tiene memoria corta. La apuesta de la directiva no puede ser más acertada: la política de expansión social, y también la permanencia en Primera año tras año, son la mejor garantía para crear una base sólida.
Pero somos el Levante, y el qué grande es ser pequeño debe tener continuidad. Hace falta CULTURA DE CLUB. La resistencia no puede ser solo una palabra.
Valores como los que emanan de la Fundación son un arsenal poderosísimo.
Y creemos también que la historia puede ofrecernos armas para dotar de contenido esa cultura de club. Bravo por iniciativas como el Museo Virtual.
Y bienvenidos todos los libros posibles. Aquí está nuestra aportación. Modesta, con el alcance limitado que siempre tiene un libro, pero destacando episodios que pueden alimentar esa idea de que tenemos que ser algo más que un equipo de fútbol al que ir a ver cada quince días.
Porque en el mercado siempre habrá equipos que jueguen mejor o ganen más, y porque siempre pueden volver a venir mal dadas.
Y para esos momentos, debemos conseguir que nuestra nueva afición sea tan militante como lo fueron en el pasado.
La Copa de 1937, por ejemplo, ha hecho un servicio impagable. Periodistas, peñistas, políticos y el club han hecho un frente común que dura ya dos décadas. Es el mejor ejemplo de lo que puede darnos nuestro pasado. No es solo un título de la prehistoria. Es arsenal simbólico que nos une, es un título que ganamos cada año. Que nadie se enfade, ni deserte, ni se impaciente si tardan otros diez años en reconocerla. El valor de la Copa de la España libre es, precisamente, que sigue siendo clandestina, que nos da un objetivo por el que pelear, que nos inspira a seguir siendo rebeldes y reivindicativos. Y eso seduce. Y eso puede ayudar a convencer a nuevos granotas.
Pero hay muchos ejemplos más que nos pueden ayudar a crear relato. La derrota es un gran motor literario. Y de eso vamos bien servidos. Mientras los niños disfrutan hoy de los goles en Primera, podemos contarles como pasamos del cielo al infierno en 1995 con cuatro goles del Ecija en una segunda parte. Y también como nos levantamos al año siguiente para volver a intentarlo y conseguirlo.
O cómo Morales, antes de formar su catálogo de golazos en Primera, peleó y resistió en Tercera. ¿Hay mejor lección de esfuerzo y humildad?
Podemos hablar también de que somos tan especiales, que dentro de nuestro equipo hay dos almas, la del Cabanyal y la del Gimnástico. Y que un día pasaron de ser rivales a aprender a convivir. Y eso se ve todavía hoy en la grada y en el palco.
Hay que reivindicar cada día que no se puede entender el origen del fútbol en la ciudad de Valencia sin el papel central del Levante y de este barrio. Y, por cierto, hay que recuperar también este barrio como patrimonio de todo el levantinismo. Es algo de lo todos debemos sentirnos orgullosos, vengamos de donde vengamos. Aquí resistieron miles de socios cuando su equipo se exilió al centro de la ciudad.
¿Saben cuántos equipos hay en primera división con una identificación tan clara y simbólica con un barrio, basada en la historia, como la que tiene el Levante con el Cabanyal? Posiblemente ninguno. No se trata de encerrarse en el cabanyalerismo para renunciar a ser un equipo de Valencia. Es a lo que debemos aspirar, a la calle Colon, a Benimaclet, a Russafa, a toda el área metropolitana. A crecer por todas partes. Pero son dos realidades compatibles.
De hecho, hay que reivindicar también nuestros orígenes conservadores y populares, con el Real Gimnástico, un club que parece que dejó de existir, pero que sigue vivo, y que nos une a los viejos artesanos del barrio del Carmen, al rio Turia, al Pont de Fusta. Ellos resistieron, a su modo, abanderando su tradición: el futbol antiguo del clásico jersei frente al fútbol profesional que les adelantó en los años 20. Las reflexiones de Amador Sanchis, el fundador del Gimnástico, podrían inspirar hoy campañas de publicidad.
No somos solo un equipo de fútbol. Lo sabrá cualquiera que se lea estas páginas. Si solo fuéramos un equipo de fútbol, habríamos dejado de existir hace mucho.
Y aquí estamos.
Macho Levante.
Gracias.
Presentación de «Historias del Levante UD: 110 años de resistencia 1909-2019»
José Luis García Nieves
23-12-19
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